El olor a café, los gemidos de él, el olor a sexo pendiente y presente, los ahogados suspiros de ella al tener la boca ocupada, el calor y el sudor del momento, todo lo inundaba y era lo único presente en ese segundo, en ese minuto, en esa vida, todos sus sentidos estaban puesto en el momento pero de fondo el olor a café seria lo que siempre recordarían de ese instante, el olor a café que les recordaría lo que sucedió cada vez que sus olfatos lo captasen, seria oler a café y recordarla, seria oler a café y no olvidarlo.
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David Cala - Escritor
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