Momentos difíciles
en la oscura soledad de mi cárcel.
De repente, un ruido suave
y una puerta que se abre a medias.
Mi mente trabaja demasiado deprisa,
pienso,
que quizás seas tú,
que vuelves a mi vida.
Veo una oscura melena,
mecida por el viento.
Sí, ya lo creo que eres tú,
quien hace acto de presencia,
al empujar la puerta.
Mis reflejos saltan rápidos,
como si de un gato se tratase,
y ya estoy de pie.
Te acercas hasta rozar mi piel.
Comienzo a hablar para protestar,
pero tus labios cortan
el movimiento de los míos
con un beso lento,
que consigue que me olvide de todo.
David Cala
07/09/19