Aún no sé qué es lo que pasó por mi mente,
durante ese eterno segundo
en que nuestras miradas se cruzaron
por primera vez.
Desde ese primer día en que te vi pasar frente a mí
perdí la noción del tiempo.
Las agujas del reloj dejaban de avanzar
cuando surgías con tu andar cadencioso por la esquina.
Esperaba ese momento del día
con el corazón cabalgando en mi boca
y con la mirada perdida en tu cuerpo
cuando llegabas hasta donde yo esperaba.
Daría gustosamente toda mi vida,
por volver a sentir la tranquilidad de verte.
Sueño con poder acariciar
tus cortos y suaves cabellos oscuros.
Quiero contemplar el reflejo de mi mirada en tus ojos,
en esos ojos tan tristes como profundos,
poder perderme en ellos sería encontrarme a mí mismo.
Un día tras otro,
perdí mi oportunidad,
no tuve el valor para contarte
cuánto había cambiado mi vida
con la simple presencia de ti,
en mis días.
Ahora,
solo puedo conformarme con dedicarte algunas de mis letras
cuando el recuerdo de ti se me hace más difícil.
No sé si algún día volveré a verte,
pero con seguridad,
sé que fuiste una parte importante de mi vida.
Sé que ese eterno segundo
marcó mi vida para siempre.
David Cala
21/12/2019