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  • Foto del escritorDavid Cala

Kassthun Capítulo IV - Un Túnel Secreto



La puerta secreta por donde los dos hombres habían entrado en el sótano todavía se mantenía abierta. Ambos cadáveres estaban muy cerca de las escaleras, aunque cada uno en una de las plantas del edificio; el primero en el sótano y el segundo en la zona superior de la casa derruida. Kassthun se debatía entre volver con Blasktar para ver si le podía contar algo más sobre ese extraño anillo y los hombres que los portaban, o internarse en lo que hubiese detrás de esa oquedad que normalmente estaba oculta a los ojos de la gente.

Tomó la decisión de traspasarla, ya que si decidía ir al torreón de Blasktar dudaba mucho que cuando regresara a la casa, la puerta aún estuviera abierta para él. Además, en el supuesto de que hubiese más hombres tras lo que se ocultaba más allá de la puerta, cosa que no descartaba en absoluto, les daría tiempo para que abandonaran el sótano o para estar preparados por si volvía quien había matado a sus dos compañeros. No estaba dispuesto a perder la oportunidad de adentrarse en esa abertura buscando una respuesta a sus incógnitas.

Con cautela, se asomó por el hueco de la puerta, que en realidad era parte de una alacena que había en el sótano, al estar cerrada se disimulaba perfectamente. El interior estaba en penumbra, no se veía con claridad, pero le dio la impresión de que había un túnel de apenas dos metros de ancho al otro lado. Estiró unos centímetros más de la puerta para poder pasar por el hueco que dejaba. No quería cerrarla del todo por si acaso tenía que volver sobre sus pasos para escapar por ese mismo hueco. Como no tenía claro si sería capaz de volver a abrirla desde dentro, colocó un trozo de madera entre la puerta y la pared para que no se cerrara del todo.

Las paredes del túnel se habían excavado en la tierra arcillosa que predominaba en los alrededores de la ciudad de Rhotas. Cada pocos metros unas gruesas vigas de madera apuntalaban el pasillo para darle mayor estabilidad tanto al techo como a las paredes. El ancho del túnel no llegaba a los dos metros, lo pudo comprobar porque su espada bastarda medía algo menos de dos metros desde la punta de la hoja hasta el pomo, y esta no entraba en el pasillo colocándola de manera transversal delante de su pecho. No podría usar la espada si se encontraba con algún enemigo en ese túnel. La devolvió a su funda en la espalda y volvió sobre sus pasos, menos mal que se había dado cuenta antes de avanzar demasiados metros a través del túnel.

Apenas tardó unos minutos en regresar al sótano, no tenía pensado entretenerse demasiado, tan solo quería recuperar las dos espadas cortas del segundo hombre que había matado, si tenía que luchar le serían mucho más útiles que su espada bastarda en ese pasillo tan estrecho. Volvió a repetir la precaución de dejar el trozo de madera para que no se cerrase la puerta y se adentró una vez más en el túnel.

Caminó durante unos minutos interminables, avanzando por el pasillo sin ver ninguna otra opción más que seguir adelante. No se cruzó con nada ni nadie. Estaba seguro de haber recorrido varios kilómetros por debajo de la ciudad, aunque no tenía claro en qué dirección lo había hecho, puesto que el pasadizo había dado varios giros haciéndole perder el sentido de la orientación por completo.

Sin previo aviso, el túnel terminó de forma abrupta en una pared, en una extraña pared por cierto. No era de arcilla como el resto del túnel. Tenía toda la pinta de ser una puerta de madera, no se habían molestado en disimularla, al menos desde el interior. La empujó con cuidado hasta que cedió unos centímetros, ahora estaba seguro de que era otra puerta, pero no sabía a dónde lo llevaría. Abrió la puerta del todo, se acabaron las contemplaciones, de todas formas si había alguien al otro lado ya se habría dado cuenta de que la estaban abriendo.

La puerta daba a un espacio abierto debajo de uno de los puentes de piedra que cruzaba el río Brundicova, en la misma ciudad de Rhotas, por supuesto. En concreto, conducía a un pequeño embarcadero de madera .Tenía toda la pinta de que había dado con una red de contrabandistas, pero… ¿Qué era lo que introducían o sacaban de la ciudad por el río? No había ni un alma allí, ahora sospechaba que se había dejado alguna zona del túnel sin recorrer, quizás alguna otra puerta secreta que llevaba a otro lugar de los túneles. Sabía que el cauce del río Brundicova se veía desde el torreón de Blasktar, en realidad se veía desde cualquier zona elevada de la ciudad, pues el rio cruzaba toda la ciudad. Lo que no sabía era en qué zona exactamente de la ciudad podía estar el embarcadero en el que se hallaba. Tomó la decisión de buscar un buen escondite cerca y esperar a que cayese la noche para ver si alguien acudía a ese embarcadero.


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